Los bebés reborn surgieron en Alemania, durante la Segunda Guerra Mundial, cuando algunas mamás comenzaron a reformar las muñecas de sus hijas para que pareciesen nuevas, debido a la escasez de recursos en esos tiempos.
Esta práctica ha ido evolucionando, y hoy día, es seguida por coleccionistas, en su mayoría, al ser piezas únicas e irrepetibles.
El proceso de confección de estos pequeños es muy elaborado e implica numerosos pasos. Se parte de un molde de vinilo, y se van añadiendo varias capas de pintura para ir dándole cada vez un toque más real, consiguiendo detalles como venas, arañazos, expresiones y texturas característicos de los recién nacidos.